Sunday, November 11, 2007

Aguaslimpias

Sent: 11/7/2007 10:50 PM
Esta es la historia que mi madre me ha contado hoy, hace unos dias, de esos de mucho trajin, se dio cuenta que se habia equivocado de direccion y al mirar a la izquierda se encontro con un taller de pintura, vio a un seÑor de apariencia humilde dandole al lienzo, mama que estaba perdida, se acerca y le dice;
"joven me indica donde estoy, es que no estoy muy segura."..mientras el abria la pesada reja para informarle donde estaba, mama alcanzo a ver muchas de sus pinturas, le dice..sabe..mi hija y yo pintamos, pero usted lo hace muy bien, no dara usted clases de pintura? le dice el seÑor muy humildemente, no seÑora ya no doy clases, soy Leonardo AguasLimpias..mama no salia de su asombro, el le ofrecio un juguito de guayaba, comentaron como hacer de forma casera los lienzos, "por que hija es que estan tan caros", le enseÑo algunos trucos para pintar al oleo, se dieron la mano sin mas autografos, sin mas reverencias..
mama hoy me dice, "hija la humildad abre muchas puertas, la perseverancia muchas otras mas, lucha por lo que quieres, no te olvides de ello, nunca dejes de luchar"...

hoy les dejo un poquito de ese grande AguasLimpias, que al parecer me ha tomado de modelo, lo digo por lo "caderona"



Leonardo Aguaslimpias

Por Daniel Samper Pizano
Cuando vino al mundo Leonardo Aguaslimpias, el 22 de diciembre de 1966, nació sietemesino y con las manos atadas por el cordón umbilical. - Ojo - advirtió la comadrona que atendía el parto en Quibdo -: este niño va a ser un peligro con las manos. A Leonardo le contaron la historia cuando empezó a practicar el boxeo, a los trece años, y eso le dio confianza para hacer una carrera que lo llevó a ser campeón nacional de peso mosca.
Ahora sigue creyendo que la partera tenía razón, pero por otras razones, porque Aguaslimpias se ha convertido en un promisorio pintor. - Habría que decir que ya no tengo el peligro en los guantes sino en los pinceles. Eso comenta Leonardo Aguaslimpias con la misma risueña seriedad que lo condujo en otros tiempos a dejar tendidos en la lona a más de cincuenta rivales y que hoy lo lleva a pintar mulatas de grupa enorme, y viejos costeños de bastón y cotizas.
En el mundo pobre del boxeo rústico fue famoso como "el boxeador pintor". Su espectáculo era único en el mundo. Subía al ring, en traje de combate, papel y lápiz y, antes de que se iniciara la pelea, dibujaba el rostro de su rival de turno. Cuando el árbitro llamaba al centro a los dos boxeadores, Leonardo le estregaba el retrato al contendor: - Esta es tu cara antes de que te pegue -le decía-. Guarda el papel, porque después de la pelea no te vas a reconocer. Semejante advertencia de gallito casi siempre resultaba cierta. Aguaslimpias disputó 98 combates como aficionado y 12 como profesional. Perdió sólo seis en la primera etapa y dos en la segunda.
Su vocación de pintor le sirvió para rescatar más de un cotejo que estaba a punto de perder. En 1983 se enfrentó al mexicano Tony Gallego, que había ganado 15 de 16 peleas por nocáut. En el quinto asalto, Gallego conectó un gancho que derribó a Aguaslimpias. El aún se acuerda lo que ocurrió en aquel momento:Se me nubló la vista y me vine abajo. Cuando estaba en la lona y oía contar al árbitro, alcancé a pensar que, como boxeador, podía conseguir una revancha, pero como pintor estaba liquidado: quién va a encargarle retratos a un perdedor? Esto me animó para ponerme en pie cuando la cuenta iba en nueve. Luego volví a coger confianza y en el ùltimo round vencí a Gallego por nocaut técnico.
Leonardo también dibijaba fuera del ring y cobraba unos pocos pesos al interesado por cada retrato. En realidad vivía de golpear y pintar. A veces conseguía algo más que dinero. "Tuve una novia que me canjeaba beso por cuadro - confiesa - fue la época en que más pinté". Aguaslimpias fue famoso como boxeador y estuvo seleccionado para los juegos olímpicos de Moscú. Pero al final Colombia se sumó al boicoteo de un grupo de países contra el certamen y no llevó a sus deportistas. A Leonardo la frustración le dura hasta hoy.
En 1982 se hizo profesional. Había repartido trompadas con éxito en varias categorías, pues empezó en la de 38 kilos y llegó a la de 50. Como profesional ganó por nocáut sus primeras cinco peleas. Pero en la sexta incurrió en un desliz digno de un pintor sensible, pero indigno de un boxeador: tuvo compasión por el rival. - Me enfrentaba a un anciano de casi 40 años recuerda: es suyo el término "anciano- En el segundo round ya le había destrozado el pómulo y las cejas, y el público pedía a gritos que lo rematara. Yo le miraba la cara rota, una cara donde ya pintaban las primeras canas, y lo oía respirar con dificultad y entonces pensé que el pobre estaba aguantando la mano para llevarle comida a los hijos. Si lo noqueaba, no le iban a dar más contratos. Así que lo dejé llegar hasta el final sin tumbarlo. Gané por puntos pero la gente me atacó mucho por haberme mostrado piadoso con el viejo. Después, ya el público nunca fue lo mismo conmigo. Aunque gané por nocáut técnico el siguiente combate al cartagenero José Salazar, mi destino como profesional se había arruinado.
Leonardo colgó los guantes de manera definitiva un año después, a los 17. En los archivos de la Federación de Boxeo del Atlántico aparece aún con tres años más porque en 1978 le adulteraron la edad a fin de que pudiera acudir al campeonato de mayores que se celebraba en San Andrés. El aceptó la trampa. Era la única oportunidad que tenía de cumplir uno de sus sueños infantiles: montar en avión. En el campeonato ganó tres peleas, pero perdió la medalla de oro en la final.
Los boxeadores no saben de arte. Su vocación de pintor surgió antes que la de púgil. A los cinco años garapateaba ya monos en el cuaderno escolar. Lapiz, papel, una camisa y un pantalón era todo lo que tenía. "Mi papá me lavaba la ropa y yo llegaba con ella mojada a clase". Recuerda. Eran nueve hermanos y vivían en El Bosque, un barrio popular de Barranquilla, dentro de una pobreza lastimosa. La Madre los abandonó cuando eran niños. La primera escuela de Leonardo se llamaba Gabriel García Marquez . Conoció muchas, y en todas fue un excelente estudiante. "Teníamos que aprender lo que se pudiera en dos meses, porque mi papá sólo tenía para pagar la matrícula. Después nos echaban por morosos". En el ínterin, Leonardo se destacaba por su aplicación como estudiante y su habilidad para el dibujo. Una vez hizo despedir a una profesora que lo llamó "Aguasucia" por ser negro. En otra ocasión un niño algo mayor que él le robó unas bolas de cristal y lo desafió a pelear. Fue una riña de simbolismos frutales porque había una patilla cerca y el otro dijo: - El que rompa la patilla, mienta madre. Tras lo cual el ratero de canicas rompió la patilla de un golpe. "Yo no me mosqueé porque tenía madre de palo -dice Leonardo-. Pero luego me tocó el mentón con la mano y eso sí me dio rabia: le puse una trompada en el ojo, y el otro me cogió miedo". Fue la primera vez que entendió que las manos podían ayudarlo a salir de algunos trances. Una escuela becó por fin a Leonardo, y esto le permitió graduarse como bachiller con brillantes calificaciones a los quince años.
Quería estudiar arquitectura, para seguir dibujando. Sin embargo, se encontró con que era imposible pagar la matrícula. Recordó entonces aquel incidente de la patilla rota y se dijo que quizás las manos podían ayudarle a hacer la carrera universitaria a trompadas. Y se metió de lleno en el boxeo, con la intención de pagarse de allí los estudios. Al final no lo consiguió. El mundo de los puños lo devoró y no llegó a la universidad. Pero nunca abandonó los lápices. Es más, a los 14 años le robó unos potes de color a un pintor que vivía en su barrio y pintó su primer óleo en un lienzo para planchar. Aguaslimpias seguía dibujando boxeadores, sólo que había abandonado la línea retratista y exploraba una visión nueva: los pintaba a manera de ídolos zoomorfos, en busca -dice- de una "nueva mitología". Campeones con cabeza de gallo; fajadores con patas de chivo; pesos medianos con alas de cóndor... El mundo del boxeo no estaba preparado para tanta mitología. - Descubrí que la gente de boxeo no entiende de arte y la de arte no entiende de boxeo.
En 1982 realizó su primera exposición en la galería de la escuela. Eran retratos de personajes ilustres de Barranquilla. Siguió colaborando en otras exposiciones, y en 1992 ofreció ya una idea de lo que iba a ser su tema principal: mulatas. En su muestra "Un culto a la mujer, ya aparecían esas mujeronas caribes de frondoso trasero. Según Aguaslimpias, son descendientes de la tribu africana bantú, "y las bantúes creen que la fuerza está en el culo". Más explícito, el pintor asegura que "el bamboleo de las caderas es el eje del universo". Lo es, al menos, de su universo, que está salpicado de muchachas semidesnudas o vestidas de torero, ofrecedoras, provocadoras, insinuantes, que se recuestan en una cama o se exhiben en un taburete.
Con todo, su cuadro más famoso no representa a una mujer sino a un viejito. Lo utilizó la Lotería del Atlántico para sus billetes sin reconocerle un sólo centavo al autor. Entre 1992 y 1996 se multiplicó la presencia de Aguaslimpias en salas de exposición de la Costa colombiana. En 1995, Carlos del Barrio, un español que fue a parar a Barranquilla siguiendo unas caderas de mujer, se fascinó con la obra de Leonardo y le ofreció ser su representante. Gracias a esta conexión, el barranquillero ha presentado sus cuadros en siete ciudades españolas, donde vende cada óleo en más de cuatro millones de pesos.

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